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Las extraordinarias cifras de la acción social evangélica madrileña, o no tan extraordinarias
- 05/12/2019
- Publicado por: Diaconía Madrid
- Categoría: Noticias
Acabamos de recibir la última edición del informe “Acción social: ONG e iglesia protestantes en la Comunidad de Madrid 2018”. Publicado por la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) y elaborado por la consultora Deskmind Research, que recoge a las principales cifras del trabajo realizado por personas voluntarias y trabajadoras y trabajadores en materia de acción social. En el trabajo de investigación han participado 340 entidades de nuestra región, 300 de ellas iglesias y 40 ONG.
Los datos muestran una realidad potente, que posiciona al pueblo evangélico como referencia en la lucha contra algunas de las problemáticas sociales que aquejan a nuestra sociedad actual, como por ejemplo la pobreza y la exclusión social. La capacidad de gestión de las iglesias evangélicas y ONGS es sumamente relevante, ya que en el 2018 se invirtieron 17.880.375€ en acción social, de los que 15.561.519€ corresponden a fondos aportados por las propias entidades. Lo supone que el 87% de los fondos dedicados a la acción social de la comunidad evangélica madrileña surgen de los propios miembros de las iglesias y/o asociaciones de las que forman parte. Esto habla de unos posibles muy alentadores para continuar haciendo frente a la desigualdad social y erradicar la pobreza.
No solo se tiene un notable alcance económico, sino que el alcance humano también es considerable. En el 2018 se atendieron en la Comunidad de Madrid a más de medio millón de personas (540.235). Entre los servicios prestados, desglosados de forma precisa en el citado informe, se encuentra el reparto de ropa (457.797 personas) y de comida (143.335 personas) como los dos servicios con más población beneficiaria. Unas cifras abrumadoramente altas en comparación con otros servicios como la orientación laboral (6.962), el apoyo escolar y atención educativa (3.641) o el acogimiento residencial (3.258), entre otras.
Más de 5 toneladas de comida fueron distribuidas por las entidades evangélicas de reparto para alcanzar a las personas antes mencionadas y más de 2 toneladas de ropa se entregaron a estas mismas personas. Y esto solo en la Comunidad de Madrid. Los principales colectivos de atención, a razón de las cantidades de recursos antes mencionados, fueron las personas en situación de pobreza o exclusión social, infancia, mujeres y migrantes/refugiados/solicitantes de asilo.
Es necesario destacar, y nuestra entrega de reconocimientos al voluntariado social procura dar difusión a esto, que la Comunidad de Madrid cuenta con casi 5 mil personas implicadas en programas de acción social, siendo las personas voluntarias las que componen mayoritariamente este grupo.
Pero sin ánimo de desmerecer todas las cifras de alcance del año pasado, dignas de aplauso, cabe hacer una reflexión para resignificar los datos. ¿Invertimos? Sí, ¿pero lo hacemos bien?
Esta reflexión pretende ser una crítica constructiva al trabajo que de forma constante, ardua y voluntaria se hace desde las iglesias y ONG en acción social. Un análisis rápido y superficial de la realidad nos permite observar que la población beneficiaria de nuestros recursos cada vez es más numerosa. A lo largo de esta año 2019, sigue aumentando el número de entidades que se encuentran sobrecargadas y desbordas en algunos de sus servicios. En concreto, las obras sociales de las iglesias y ONG han visto un crecimiento exponencial en sus atenciones. Esto no debería de importar, porque la capacidad y los recursos están y son sólidos, pero preocupa ya que muchos de los usuarios de las obras sociales se han convertido en personas dependientes de la ayuda de primera necesidad. Se presta una ayuda subsidiaria pero se hace forma prolongada. Se atiende a los mismos y mismas más los y las recién llegados. Se tiende a la masificación y se pierde calidez, lo que dificulta la creación del vínculo y la atención individualizada.
La pregunta es clara: ¿Lo estamos haciendo bien? Incluso surgen preguntas menos amistosas: ¿No habremos caído en el rol de meros distribuidores de alimentos básicos y ropa? ¿Las toneladas de alimentos y ropa nos impiden ver necesidades más profundas en las personas? ¿No estaremos contribuyendo a perpetuar situaciones de vulnerabilidad en las personas beneficiarias de nuestras obras sociales? ¿Estamos contribuyendo a que salgan de la exclusión empoderándolas o con nuestro modelo de intervención contribuimos a la cronificación? Estas preguntas no nacen de un pensamiento cenizo ni crítico per se. Solo hay que ver a las nuevas estrategias y la innovación e los modelos de intervención de las grandes entidades de acción social ámbito estatal y regional. ¿Cómo es posible que entidades de reparto tan elogiadas y reconocidas como Cruz Roja y Cáritas estén distribuyendo cada vez menos comida y ropa? ¿Por qué lo están haciendo? ¿Qué les ha hecho extinguir gradualmente estas prácticas? Esas son las preguntas que subyacen detrás de los datos.
Son preguntas cuyas respuestas son complicadas de obtener. Lo que sí es seguro es que como evangélicos tenemos la responsabilidad de pararnos a reflexionar sobre nuestra propia acción social, analizar el contexto en el que vivimos, recuperar la misión, renovar la visión para llegar a ser entendidos en los tiempos.
En Diaconía Madrid creemos que es urgente y de imperiosa necesidad repensar el modelo de obra social rompiendo con un enfoque tradicionalista y asistencialista. Necesitamos realizar todas nuestras acciones desde un modelo centrado en la persona. No intervenir exclusivamente sobre los problemas de la persona, sino tomar a la persona como eje transversal de nuestras acciones por medio de una intervención integral que no solo incida en sus primeras necesidades, sino que en las necesidades menos superficiales (empleo, pautas conductuales, estabilidad familiar y emocional, etc.).
Otra de las necesidades urgentes a repensar es la metodología y dinámica de trabajo en nuestras obras sociales. Necesitamos tomar como referencia las grandes entidades que combaten de forma la pobreza y exclusión y ver sus resultados y si sus modelos encajan con nuestros principio y de ahí iniciar un proceso de innovación en la acción social evangélica. Las buenas prácticas difundidas por estas entidades nos ayudarán a conocer bien su trabajo y a dar respuestas mucho más ajustadas a las necesidades de la sociedad. Debemos trascender y ver más allá de la bolsa de alimentos, desarrollando acciones concretas que busquen y fomenten la autonomía y empoderamiento de las personas. Por ejemplo, en apoyo a la alimentación, se pueden desarrollar acciones como:
- Tarjetas prepago de alimentos, que favorezca su autogestión.
- Becas de comedor escolar.
- Meriendas saludables.
- Talleres de salud financiera, economía doméstica y ahorro energético.
- Formación de educación nutricional.
- Formación sobre promoción de hábitos saludables.
- Campañas de sensibilización, entre otras acciones.
De igual forma, también es necesario incorporar nuevas estrategias de intervención a las obras sociales. A mayor volumen de beneficiarios, mayores son los requerimientos que desde Cruz Roja, Banco de Alimentos o el Fondo Europeo de Garantía Agraria imponen sobre las entidades de reparto. Para que las obras sociales no resientan estas nuevas imposiciones y sean eficientes en su intervención, incidiendo y ERRADICANDO en la pobreza y exclusión social (por que de lo que se trata de erradicarla), es necesario implementar nuevas estrategias de intervención:
- Ayuda en el pago de suministros.
- Ayudas de primera necesidad.
- Ayudas de carácter sanitario.
- Ayudas de transporte, educativo/formativo y de ocio.
- Entrega de útiles escolares o becas académicas.
- Talleres de acompañamiento de soporte emocional.
- Intervenciones de carácter familiar, entre otras.
En Diaconía Madrid no solo creemos que este cambio es necesario, también creemos que es posible. Desde nuestra entidad podemos damos cobertura a ideas innovaciones y nuevos planteamientos de acción social. Nuestro Servicio de Asesoramiento a la Obra Social (SAOS) pretende aliviar la carga de quienes realizan el esfuerzo de repartir alimentos y ropa. Este servicio está dirigido a iglesias y asociaciones/ONG que desarrollan o quieren desarrollar un proyecto de ayuda de emergencia. En este servicio realizamos un diagnóstico de la entidad, elaboramos la documentación de gestión necesaria, ofrecemos profesionales para la intervención y para la formación del equipo de voluntarios, realizamos talleres de economía doméstica y ahorro energético y te acompañamos en todo el proceso.
Este servicio es un buena herramienta para poder innovar en el formato de obra social tradicional y dar respuesta a las nuevas problemáticas y necesidades existentes. Sabemos que “a los pobres los tendremos siempre con nosotros”, pero en la medida de nuestras posibilidades contribuyamos a la paradoja de “trabajar para un día dejar de trabajar”. Atendamos a las personas con el propósito de contribuir a la mejora de su situación. Disminuir el número de beneficiarios en nuestra iglesia/entidad no es un fracaso, sino un buen síntoma.
Tenemos los recursos, tenemos las personas, seamos eficientes.